Frase que me han inculcado en mi carrera y que no puedo olvidar nunca. Sin embargo, y sin darme cuenta, la he aplicado un montón de veces. Hoy fue un día en que tuve que decidir ante una situación de total incertidumbre, en que sólo me quedaba apostar a que sucediera lo acordado. Por suerte todo salió bien, por lo mismo me hace reflexionar al respecto.
La vida está llena eventos que no podemos controlar. Por lo tanto, nuestras decisiones dependen de un componente azaroso que puede cambiar lo planeado. Aún así podemos disminuir ese riesgo actuando de la forma más racional o simplemente donde el sentido común nos indique. De esta forma se puede elegir con inteligencia y finalmente tomar el camino más favorable para el éxito.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando se toma la opción riesgosa? Hoy me di cuenta que no necesariamente a la peor opción. Al tomar el riesgo, es el todo o nada en el caso extremo, sin embargo cuando le pegas el palo gato resulta ser lejos lo mejor. Sé que si actuo constantemente así en la vida lo más probable es que me echen de la primera pega importante que tenga. Tampoco se trata de propiciar el crecimiento de úlcera y jugar a la carrera de caballos. La idea es jugársela cuando haya fe y convicción en lo que se desea.
Fue así como hoy me encontraba en el terminal de la Tur Bus, esperando a mi novia que se le había muerto el celular, sin saber a qué hora se había venido y sólo confiar en una hora estimada. Esperé cerca de una hora, pero su llegada sorpresa me lleno de alegría y felicidad que no cambio por nada...
locura escrita por D _ _ _ _ o a las 10:38 p. m.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario